EL FENTANILO QUE CONSUMEN LAS ADOLESCENTES

Lo último en TikTok para adolescentes es que alguien de tu edad, más guapa y más todo, salga en un vídeo anunciando un suceso dramático en su vida, como la muerte de su abuelo, mientras se extiende una base de maquillaje, se riza las pestañas y se pinta los labios.

A menudo quien sujeta la cámara no es más que un novio o una amiga solícita resistentes al bochorno, entregados humildemente a la causa doméstica del modelaje de una aspirante a influencer que todavía está en la ESO. A los 15 años, en este país falta pensamiento creativo, según PISA, pero en cambio las redes sociales cosechan vocaciones de payasas del circo digital. Se ha disparado la competición por la frivolidad más absoluta.

Entre la desidia y la indignación, una casi da por descarriladas a esas niñas de los vídeos virales de TikTok, a las que tanto les da llorar la muerte del abuelo, del perro o el periquito, como relatar sin ningún pavor que las maltrata su novio, el cachas de segundo de bachillerato. Entre llantos, quizá cae algún patrocinio.

Lo último en TikTok son los vídeos de niñas contando un drama personal mientras se maquillan

Me contaba esta semana un colega de la redacción que las pasadas navidades recorrió todas las perfumerías de Barcelona buscando una marca de maquillaje concreta que pedía una de sus hijas en la lista de Reyes. Esa marca estaba agotadísima en las tiendas, físicas y online. Mi compañero le preguntó a su hija que por qué aquella marca y no otra, y la respuesta estaba en uno de esos vídeos de niñas.

Existe un consenso adulto casi mundial sobre la nocividad de las redes sociales por su efecto adictivo. Incluso hay clínicas de desintoxicación digital solo para adolescentes, y están llenas. Según un estudio de Qustodio, el tiempo de uso de TikTok entre los menores se ha disparado en un 210%, pasando de 31 min/día en 2019 a 96 min/día el año pasado. La tecnología extiende y ahonda el alcance de la presión por el aspecto físico en la adolescencia hasta magnitudes orwellianas. Nadie les ha enseñado a distinguir entre la farsa y la realidad. Un día les venden maquillaje, sollozando. Al siguiente, técnicas “terapéuticas” de autolesión. TikTok puede convertirse así en una especie de black mirror que eleva la ansiedad y puede destruir vidas, como lo hacen el alcohol o las drogas. El nuevo fentanilo. Detrás de las cifras hiperbólicas y glaciales, se esconden historias personalísimas de soledad y vacío.

Mientras esperamos una legislación que solo puede tener carácter global, a los padres solo nos queda aspirar a educar. No hay escapatoria. Modestamente, creo que la prohibición no va a ninguna parte porque los adolescentes saben saltársela y a las grandes corporaciones tecnológicas les resbala todo. Solo queda enseñar límites, autoestima y autocontrol. Y eso depende en exclusiva de las familias. Muchas, grandes dimisionarias de la responsabilidad sobre sus hijos.

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