FERNANDO ALONSO, DEL CIELO AL INFIERNO EN UN AñO

"Aprendizaje", "ya lo sabíamos", "somos optimistas". Lugares comunes y recordados del Vietnam que supuso McLaren Honda es lo que salió de la boca de Fernando Alonso, que revive su particular pesadilla recurrente ahora en Aston Martin. El equipo que le devolvió la ilusión, donde volvió a ser candidato al podio en todas las carreras y donde incluso soñó con ganar una década después, ahora le tiene más que enfadado, resignado y desanimado. Y a sus casi 43 años eso pesa mucho.

Alonso acabó 18º en el GP de Austria de Fórmula 1 de 2024. Un año antes, había sido quinto y, por entonces, se analizaba como un resultado un tanto decepcionante. Lo hubiera firmado sin dudarlo este domingo. Y es que Alonso y Aston Martin en general tuvieron un fin de semana para olvidar en el Red Bull Ring. Sin ritmo, sufriendo prácticamente en cada sesión disputada, sin suerte. Y sin buen tino. Porque no se puede obviar el clamoroso error de coordinación, que por inusual no es menos destacable, que cometió el casi infalible piloto español cuando embistió sin paliativos a Guanyu Zhou, fan del español desde niño y ahora inesperado rival para no ser último.

En una carrera que se comentará durante mucho tiempo por el rifirrafe y las tarascadas mutuas que se tiraron Max Verstappen, con bastante más colmillo, y Lando Norris, Alonso fue una nota al margen. Ni siquiera tuvo oportunidad de puntuar, algo que hace no tanto era ilógico porque el AMR24, sin ser nada del otro mundo, parecía algo más asentado. De unas carreras hacia acá, el mínimo de salir con puntos es el máximo objeto de deseo de sus pilotos.

Alonso entró en meta 18º. Solo quedaron por detrás Logan Sargeant, que ya es poco más que un bulto sospechoso en la parrilla, y Lando Norris, víctima de los navajazos de Verstappen. Y no es que Alonso no lo intentara o que, en comparación con su compañero, no fuera rápido. De hecho, en tiempo medio, fue casi 2 décimas más rápido que Stroll, que entra dentro de la diferencia habitual que le ha solido meter desde que empezaron a ser compañeros hace año y medio. Pero ver a Alonso penar por intentar pasar a los Alpine, envueltos en su propia guerra civil, o considerar a Zhou un rival por posición no es lo deseable.

Lo que más duele a la afición no es ver a Alonso en 18ª posición, sino que este es un problema que no tiene una solución a la vista. La próxima carrera se disputa en Silverstone, hogar de la flamante fábrica de Aston Martin de donde deberían salir las soluciones. Incomprensiblemente, todas y cada una de las evoluciones que han implementado este año han supuesto una notable pifia, hasta el punto de que el citado equipo Alpine, sin meter ni una pieza nueva, les ha sobrepasado de manera más que contundente. Aston Martin sale de Austria como el octavo equipo de los diez en liza, y eso es algo que nadie podía pensar hace poco más de un año.

Por autocrítica que no quede. Mike Krack, el jefe en pista de Aston Martin, no le puso paños calientes a la situación y entonó el mea culpa. "El resultado es el reflejo del ritmo de nuestro coche este fin de semana. No les dimos a nuestros pilotos un coche para competir por los puntos. Sabíamos que esta serie de carreras sería complicada, pero tenemos que centrarnos en el futuro y superar esta fase. Lance y Fernando lucharon por cada puesto. El próximo fin de semana es nuestra carrera de casa en Silverstone delante de nuestros aficionados y compañeros. Tenemos que concentrarnos y mejorar, rápidamente", zanjó el británico. Palabras bienintencionadas que deben pasar a acciones útiles antes de que el ridículo sea mayor.

Por su parte, a Alonso no le duele más este resultado que los previos. Lo decía él mismo: tanto da acabar 14º que 18º porque los puntos son los mismos. Lo que le duele es la sensación del tren perdido. Y es que hace no tanto, era Alonso el que podría haber arrebañado una victoria inesperada como la de Russell, que sin merecerlo no dudó en trincar el trofeo. Hace poco más de un año, en este mismo escenario, habría sido Alonso el que se hubiera encontrado con el regalo envuelto del incidente de Verstappen y Norris, y como poco hubiera sumado un podio más.

Y la sensación de que todo ha sido muy rápido. En apenas 365 días, Aston Martin ha perdido todo el lustre como si hubiera sido un afortunado que se encuentra con un décimo de la Lotería premiado y lo invierte en absurdeces. Recuperarse de semejantes malas decisiones va a requerir tiempo y paciencia. A Alonso se le acaban ambas y a los aficionados, también.

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